jueves, 11 de enero de 2018

El blog de Rafael: Tres historias sobre la hiperinflación

El blog de Rafael: Tres historias sobre la hiperinflación

Tres historias sobre la hiperinflación

I

- ¿Trajiste el comprobante?

- Sí, te lo mandé por whatsapp.

- Ok, hay que ir a buscarlo allá abajo en la parcela para envolverlo.

(…)

-Tápalo con esta tela y mételo en la bolsa y te vas derechito.

- Menos mal que no te estoy comprando droga porque sería más fácil.

- Yo creo que en esta época esto está más difícil que la droga.

No, no andaba buscando narcóticos para el 24 de diciembre, estaba buscando pernil. Mi familia materna es de Guárico y todas las navidades las pasamos en la casa de la abuela. En San Juan de los Morros básicamente es the CLAP way or the highway (hyperlink), allí fue donde tuve mi encuentro cercano con “la bolsa” (tiene identidad propia) y el año pasado con un pernil brasilero. Este año Trump le dijo a los portugueses que no le vendieran pernil a Maduro y por eso no nos mandó (cara’e tabla) entonces fuimos a comprar uno en el marcado municipal, pero no conseguimos.

En la carnicería nos dijeron que estaba difícil conseguir porque en Caracas pagaban mucho más por el kg y que las cavas se lo llevaban para allá. Uno de los carniceros nos habló de un tipo en la salida del pueblo hacia los llanos que tenía un puesto de verduras pero que también “conseguía cochino”. Para ubicar al sujeto nos dijeron que preguntásemos por chepito. Nos fuimos. Ubicamos al sujeto y ahí mismo nos dijo “es a 200 el kilo, la carne es buena, son cochinos de la finca mía aquí atrás” “- cómo te pagamos?” “- me hacen una transferencia, me mandan el comprobante y lo vienen a buscar”. Tuvimos que regresar a la casa para hacer el pago. De regreso hicimos cola en una alcabala de la guardia que estaba parando muchos carros. Después de entregarnos la mercancía chepito nos advirtió: “tienen que andar mosca, como saben que por aquí la gente vende cochino se ponen (los guardias) a pedir factura y te quedas sin pernil”. Pasamos la alcabala y pudimos “coronar” nuestro pernil en la mesa.

Feliz Navidad.

II



Se supone que saldríamos temprano del cine pero la luz se fue por media hora en medio de la función. Ben Solo estaba a punto de dispararle a los motores del crucero donde estaba Leia cuando se escuchó el típico “uuuu” y la voz de un tipo gordo se escuchó diciendo - ¡vergasión me tenéis que estar jodiendo! Se fue la luz. La empleada del cine apareció con una lámpara (lightsaber) y nos recomendó que esperásemos a que volviese, que por esos días era algo muy frecuente en Maracaibo y que el aire acondicionado de la sala se mantenía frío por media hora. Después de comer cotufas en tinieblas por 35 min y acabar con los Jedi terminamos de ver la película salimos.

Cada año voy a Maracaibo a pasar las navidades con mi familia y recordar lo que se siente el calor de verdad para después no estar quejándome en Caracas. Esta vez Corpoelec se encargó de recordarme cómo es mi cuarto de la infancia a 36 grados de temperatura y lo hermoso de recibir la navidad en tinieblas, como lo hizo María en Belén.

 Yo ya no vivo aquí y por eso no tengo la costumbre de cargar con mucho efectivo, pero en Maracaibo eso se paga caro.

Saqué mi celular para llamar un taxi por Nekso pero me decía que no había carros disponibles en el área, cosa curiosa pues estaba parada frente a una línea que movía como 20 por minuto (JAJA). A las 21:00 hrs todavía había mucha gente en el centro comercial, sobre todo empleados saliendo de sus trabajos. Nos metimos en una cola para los taxis y no teníamos dos minutos cuando advertimos que todo el mundo llevaba una paca billetes en la mano “- Anda a preguntar si es solo efectivo” “-Si aceptan transferencia pero que la gente que tiene efectivo lleva prioridad” dijo mi amiga. Ninguna de las dos teníamos, ambas migramos hace un par de años, yo para Caracas y ella para República Dominicana así que básicamente estábamos jodidas.

En eso venían pasando dos chamas más estaban en la misma que nosotros y Valentina les preguntó que para donde iban, era una zona en nuestra ruta así que volvimos a hablar con el wookie que coordina los taxis para re-ofertar el pago en transferencia para las dos carreras. El wookie hizo el equivalente a “ggrrrwwwwtthhh” y un Han Solo maracucho (not really like Han Solo) nos llevó en una chatarra parecida al Millenial Falcon (much more like this Ford Falcon de 1970). Ya en el carro estábamos tratando de abrir la aplicación del banco cuando nos dimos cuenta de que no teníamos datos móviles porque en Maracaibo cuando se va la luz, también se va la señal en la zona. Entonces Valentina llamó a su mamá para que nos hiciera el favor pero en su casa tampoco había luz. La cosa se empezaba a complicar. Entonces fue cuando Valentina le dijo al chofer “chamo yo tengo un billete de dos dólares aquí ¿y si me lo aceptas como pago?” El tipo primero se negó: que quién le iba a cambiar eso a él, que como sabía que no era falso, etc. Entonces le ofrecimos empeñárselo, que lo tomase como garantía y que si decidía no consérvalo nosotras le dábamos el efectivo mañana (sabrá Dios de dónde lo íbamos a sacar). El hombre aceptó, quedó en avisarnos si iba a querer el efectivo para ir a buscarlo. Todavía no ha llamado, supongo que fue un regalo de navidad.

III

“Se acepta bono niño Jesús”

En San Felipe (Yaracuy), donde vive mi tía con quien nos reunimos para cada fin de año, mi gran diversión es salir a comprar cosas dar vueltas por la ciudad porque ahí no hay tráfico y muy pocas motos. Yo salí con mis primos a comprar unas chucherías y en una de estas farmacias grandes estaba este cartel. Resulta ser que después de las pasadas elecciones a la gente le dieron una tiquera con 10 tickets valuados en 50 mil bolívares como premio por haber “votado bien”. Les dieron su “niño jesús”. Los papeles se usan como efectivo y los aceptan en todas partes “- Yo he visto gente comprando curda con eso” dijo mi primo. Solo se pueden depositar en el Banco de Venezuela, pero como a nadie le interesa eso circulan como billetes.

La otra gran diversión en San Felipe es ir a comer hamburguesas, pizzas o perros calientes. Fuimos al lugar que me gusta visitar, una venta en la calle del hambre con mobiliario de plástico de jardín, y en la pared estaban listados los precios del menú en dos monedas: efectivo y “punto” (dinero electrónico). El tipo de cambio era de ¾ pero me dijeron que en el mercado financiero (los buhoneros “del Centro”) la tasa rondaba los 2/4. Las razones del diferencial son evidentes, en realidad, solo me sorprendió que no hubiese equilibrio entre el mercado financiero y el mercado de bienes.


Felijaño.   



Este post fue elaborado por Alfoncina Sánchez y Rafael Labrador

lunes, 1 de mayo de 2017

¿Qué significa la "constituyente" de Maduro para la República? Reflexiones de Hobbes, Caldera y Olavarría en un bar de la Galaxia



“Así es como muere la democracia en medio de un estruendo de aplausos” Senadora Leia Organa

Cuando el canciller Sheev Palpatine solicitó al Senado Galáctico poderes plenipotenciarios, en "Star Wars Episode Three: The Revenge of The Sith", todo el control militar de las tropas de la República fue transferido al Emperador bajo la promesa de que así se lograría finalizar la Guerra de los Clones.
Efectivamente la guerra finalizó, y entonces, el ejército de clones no regresó a las manos de la República, sentando las bases para su abolición y la creación del infame Imperio Galáctico.

¿Qué es una República y para qué sirve?

República, del latín “res puvlica” que significa “cosa pública” o “cuestión común”, es una forma de organizar el Estado y concentrar el poder, en principio, para ponerlo al servicio de los ciudadanos. Desde su acepción más simple, la República es esencialmente democrática, en tanto su mayor preocupación son los asuntos del pueblo.  Por ello la democracia es el mejor vehículo para fundir la alianza entre el origen, el ejecutor y el beneficiario del poder. La forma en que el poder se organiza y se administra dentro de la República ha sido el centro de un extenso debate, desde la Atenas antigua hasta el presente, en el cual se han expuesto las ideas que hoy dan forma al Estado moderno: Rousseau, Montesquieu, Madisson, entre otros han sido partícipes de ese debate.

Por eso es que en democracia la legitimidad (de la República) reside y emana del pueblo, el cual se expresa a través del voto.

La materialización de la utilidad de la República es también objeto de discusión. Allende su principio fundamental de servir al pueblo, los medios para alcanzar tal objetivo son el centro del debate político en el mundo libre. La cuestión es esa. No si las Repúblicas son buenas o no, o si deben servir al pueblo o no, la pregunta es cómo.

Esta forma de Estado también brinda el beneficio de servir como entorno propicio para el Mercado, como figura distributiva de la riqueza social. En sus ensayos sobre el derecho natural (iusnaturalis) el filósofo Thomas Hobbes acertaba que solo bajo un mínimo de condiciones de paz podían aparecer las instituciones sociales del mercado, el cual bien sea de paso, es el mejor instrumento para procurar el bienestar colectivo.

República, pueblo y mercado parecieran, entonces, estar hermanados.

Estas formas de Estado no son espontáneas. Las Repúblicas modernas son el fruto de un prolongado proceso de aprendizaje, el cual, a partir del conflicto entre las clases sociales por su inconformidad con otras formas de gobierno, dio lugar a esta particular forma de distribuir el poder que ha servido hasta ahora para proveer de una importante combinación de bienestar, justicia y estabilidad a la humanidad.

Pero mantener a las Repúblicas es costoso.

El 4 de febrero de 1992 el expresidente Rafael Caldera pronunció un discurso ante el antiguo Congreso de la República para referirse a los acontecimientos del Golpe de Estado dirigido por Hugo Chávez.

Link:

En él, Caldera menciona que ciertamente el Golpe significaba una lesión a las instituciones democráticas y el orden constitucional, pero que dadas las condiciones materiales que entonces atravesaba la sociedad, poco sentido tenía defender a la República en tanto esta no era capaz de satisfacer las mínimas necesidades del pueblo. Como si la República estuviese desconociendo el mandato para el cual fue constituida.

En 1998 Chávez es electo presidente de la República que el mismo había lesionado 6 años atrás. A partir de entonces, el militar hizo uso de los mecanismos democráticos para solicitarle al pueblo una mayor suma de poder, utilizando la equivalencia comunicacional entre líder y seguidores para justificar la conducción absoluta de Estado, y así, sepultar a la democracia en medio de un estruendo de aplausos.

La propuesta de la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro supone una fractura definitiva del Estado republicano, pues salta sobre sus bases democráticas al proponer un esquema turbio para la elección de los asambleístas, y porque con ello, persigue el propósito de prolongar la estadía de su clase en el poder y no el bienestar del pueblo.

El chavismo utilizó a la democracia como medio para construirle su propia tumba. Hicieron elecciones mientras estas le fueron útiles a su proyecto. Ahora que ya no le son útiles, la desconocen y menosprecian con estructuras paralelas.

En los esquemas que rigen al chavismo, supuestos principios de una izquierda trasnochada y retrógrada que aún no se adapta a la nueva realidad del capitalismo mundial, el objetivo es hacer la revolución a través de la vanguardia del partido, aunque eso pueda significar, en algún momento, un detrimento del bienestar social.

Y todo esto es posible gracias a la anuencia de las Fuerzas Armadas.

Si la legitimidad emana del pueblo, la efectividad del poder reside en el monopolio de la violencia que esta detenta, y valga decir, que siempre puede haber monopolio de la violencia sin República.
Eso se llama dictadura.

Cuando el Canciller Palpatine dio la “Order 66” con la cual eliminó al consejo Jedi y a la mayoría de los integrantes de la Orden, lo hizo gracias a una “codificación” que los clones llevaban en sus genes, la cual, había sido introducida en secreto por los caminoanos.

El Chavismo tiene 18 años haciendo esa “codificación”.

El 5 de julio de 1999 Jorge Olavarría dio un discurso ante el Congreso de la República para referirse a las maneras del novel presidente Chávez. En él, señaló que este confundía la legitimidad que le confería ser electo por el pueblo con el poder absoluto del pueblo; él creía que eran la misma cosa, y que él, en sí mismo, era el propio pueblo.

Link:

Así fue como Chávez comenzó a desatar los demonios del militarismo. Usando a la democracia levantó el control que los civiles habían construido alrededor de los militares, para que ahora, 19 años después, estemos otra vez a la espera de lo que estos digan para dirimir el futuro de la República. Justo como estábamos hace un siglo.

Maduro quiere terminar de liberar el cepo, de poner fin al control que los civiles tenemos sobre los militares para hacer que la República esté a nuestro servicio, justo como hizo Sheev Palpatine con la República Galáctica. Bueno, al menos este lo hizo con un ejército de clones, incapaces de razonar por si mismos…


Ojalá este no sea el caso. Si no, ya sabemos que le pasó a la Galaxia.

viernes, 21 de abril de 2017

En solidaridad con José Guerra.



"Lo que el maestro es, es más importante que lo que enseña"  Karl Menninger 

Dos de las cosas que más me sorprendieron de él cuando le conocí fueron su dicción y los ejemplos que utilizaba para explicarse. Hablaba muy rápido, y a veces era hasta difícil comprender lo que decía porque su pronunciación era muy particular. Sabía que era oriental, eso explicaba bien por qué hablaba así. Para entonces yo tenía una novia cumanesa y tenía afinado el oído para el acento de la gente de aquellos lares, lo cual me ayudó bastante en clases. Lo otro eran sus ejemplos. Cuando yo entré a la universidad, hace cinco años, lo hice imaginándome que había puesto un pie en el Olimpo, en un lugar glorioso, aristotélico, casi místico, donde todo eran tecnicismos y palabras complicadas, típicas de la soberbia académica. Pero este señor explicaba la ley de la demanda hablando de leche infantil y viajes en peñero. Y así con todo. Cuando nos tocaba hablar de la racionalidad de los consumidores, entonces las situaciones hipotéticas eran en un cafetín o una venta de pescado; o como cuando nos enseñó sobre los activos financieros, que nos dijo que los activos líquidos servían para financiar consumo rápidamente, y que el problema con los profesores universitarios era que tenían muchos activos intangibles pero pocos líquidos, a lo que nos mostró su billetera con un billete de 2 bolívares dentro. 

Ya con eso no se compraba nada. 

Yo sabía quien era desde ver la primera clase de "Introducción a la Economía I" en el primer semestre. Lo pasaban con frecuencia en la radio y la televisión y para un adolescente la idea de ver clases con alguien así es muy emocionante. Por lo menos para mí lo era. Yo quería ser el mejor de la clase, entonces me puse a leer el periódico todos los días, especialmente la sección de economía del "Tal Cual" donde él tenía una columna. Me interesé mucho por los temas de actualidad, y empecé a hacerle muchas preguntas sobre cosas que nada tenían que ver con la clase y que seguramente nadie entendía, porque solo llevábamos dos semanas de clases. Yo era ese estudiante intenso y fastidioso. 

Esa materia fue mi primera buena nota de la carrera. En sus clases, siempre nos hacía énfasis en que los buenos estudiantes de economía debían tener actitud, actitud de economista, y que un buen economista era un tipo aplicado, responsable, pero fundamentalmente: humano. Recuerdo que en una clase nos dijo que el error de muchos profesionales es pensar que quienes pagan las medidas de ajuste son números y no personas, como si no hubiesen rostros detrás de esas familias que sufren. 

Con el tiempo llegué a conocerlo mejor. Supe que era oriundo de Río Caribe, un pueblito más allá de Carúpano, en el Estado Sucre, al oriente del oriente, de orígenes doblemente humildes: uno por lo económico y otro por lo buena gente del oriental.

Después yo avancé en la carrera, y tuve la oportunidad de colaborar con él como asistente académico. Luego entré al Club de Macroecomía y allí hicimos varias denuncias a la entonces nobel política de Nelson Merentes de esconder las cifras económicas que el Banco Central producía, y produce, para la nación. Fue así como entendí que ser un buen estudiante es mucho más que sacar buenas notas, más aún si se es ucvista, es necesario levantarse contra lo vil, contra lo injusto, alzando la voz de protesta parado firme en las bases del conocimiento.

Cuando nos fuimos a la calle a exigir un presupuesto justo para nuestra universidad, uno de los pocos que nos acompañó fue él. Ahí fue donde me enteré que era un veterano en esto de las luchas sociales. Siempre nos apoyó en nuestras iniciativas, y nos instó a no tenerle miedo al gobierno, porque como decía Roosevelt, a lo que hay que tenerle miedo.. es al miedo mismo. 

Ya estoy en mi último semestre de carrera. En lo que espabila un mono, como nos dijo una vez, llegamos al fin de esta primera parte del camino. 

Hoy los esbirros del régimen de Maduro lo persiguen por hacer lo que nos enseñó: defender la justicia con las armas del conocimiento. El aquelarre que hoy tiene secuestrada a la República pretende imputarle delitos terribles, en retaliación a las innumerables denuncias que ha hecho sobre el manejo ladino e irresponsable que han hecho de las arcas nacionales, usando como arma el conocimiento... la única arma que esgrimimos los hombres justos. 

Todos los que lo conocemos sabemos que todas estas injurias son falsas y que lo que buscan es silenciar una voz que por años ha denunciado la ineptitud y la injusticia, precisamente, porque hoy son esos ineptos e injustos quienes le causan el mayor sufrimiento a los conciudadanos más necesitados. 

Pero es tarde ya para silenciar esa consigna, hay varias generaciones de profesionales que nos hemos formado con ella y nos encargaremos de hacer que perdure y se respete, a pesar de la infamia que hoy nos oprima. 

Yo soy un estudiante más, pero allá afuera hay cientos más que pensamos igual y estamos agradecidos por la formación que recibimos y nos solidarizamos contigo en esta hora. 


Gracias por tanto Guerra,

Seguimos en la lucha.







      

viernes, 22 de julio de 2016

¿Por qué la “Ley de Protección del Salario” es un contrasentido y no debe ser aprobada?



El pasado miércoles 22 la Asamblea Nacional aprobó en primera discusión el proyecto de Ley para revertir el Desgaste del Salario, presentada por el diputado de Primero Justicia Tomás Guanipa.

Esta ley hace su aparición en la coyuntura local como un caballo de Troya, justo después de que el TSJ en otra de sus borracheras jurídicas decidiera dejar sin efecto la ley que obliga al Banco Central a consultar a la AN para contraer obligaciones en moneda extranjera (http://bit.ly/2ajarx0).

Aunque se sabe poco, se dio a conocer que la ley propone la formación de una comisión especial en la AN que revise trimestralmente la escala salarial para luego realizar su indexación de acuerdo a la depreciación del tipo de cambio nominal, (http://bit.ly/29QV22T) con miras a mantener su valor real ante las altas tasas de inflación. Una maravilla chico.

Para el mes de mayo, la inflación en alimentos (registrada a través de la canasta alimentaria del CENDAS) fue del 22,6% (mayo-junio), arribando a los 226.462,17 Bs, esto es  6.73 salarios mínimos, en un país donde el ingreso promedio por hogar era tan solo de 3 según cifras oficiales (http://bit.ly/1KFJ34U).

Esta realidad ha generado un empobrecimiento titánico de la población, el cual se ve reflejado en una contracción del 10% del PIB en el primer trimestre del año según una fuente cercana al BCV. Ante tan grave situación, el Gobierno Bolivariano no solo ha destinado sus energías a justificar esta debacle a través de la retórica de la guerra económica mundial y el fin del superciclo de las materias primas en 2012, sino que la respuesta más brillante que ha dado a la población es poner a sus cuadrillas políticas a repartir bolsas de comida casa por casa, cobradas en efectivo, sin factura, sin control y de vez en cuando. ¡Pero ya va a funcionar, aguanten!

El proyecto de ley introducido por Guanipa es una respuesta a esta problemática y una concreción de lo que fue su principal slogan de campaña electoral (http://bit.ly/29YSUEY). El problema con la propuesta es que es un absurdo. Un absurdo que tiene sus raíces hermanadas con la tradición chavista de aumentos salariales, que termina atacando las consecuencias y no las causas de los problemas que busca solucionar.

Indexar los salarios a partir de un índice del tipo de cambio nominal es, más temprano que tarde, dolarizar la economía. ¿Por qué? Porque si la variación de los salarios es compensada en una suma equivalente a la depreciación del tipo de cambio nominal, lo que estás haciendo es que los salarios se aten a un valor constante en dólares ¿cierto? Ahora bien, en el proceso de negociación laboral, digamos de un nuevo contrato, los trabajadores conscientes de la indexación negociarían directamente en términos de un valor “real” (o sea en dólares), el cual iría variando en términos nominales (cantidad de bolívares) conforme se va depreciando la moneda. Siendo los salarios un componente fundamental de los costos de producción, los contratos entre las empresas empezarían a reflejar esta nueva modalidad celebrando sus acuerdos también en términos de un valor constante (o “real”), esto es, en dólares.

Pero cuando todos los contratos se realicen en términos de un valor en dólares ¿para qué alguien querría usar los bolívares? Es de esperarse que paulatinamente las transacciones comiencen a realizarse en moneda estadounidense hasta abandonarse completamente la moneda, y con ello, eliminar la inflación. Hasta aquí tiene sentido ¿no? El problema con esto (además de las discusiones sobre el valor social que tiene la autodeterminación monetaria) es que para dolarizar hacen falta dólares. Consciente de este requerimiento, Guanipa presupuesta 2 mil millones de dólares para llevar a cabo el experimento, una vainita. Solo para hacer un ejercicio sobre el valor que ese monto representa en este momento, bastará con decir que para el día 18 de julio las Reservas Internacionales en posesión del BCV fueron de $  11.943 millones y que de ese monto hay una inmensa mayoría en oro, derechos especiales de giro y magia negra contable. Y ni hablar de eso en términos de importaciones de medicinas y alimentos; todo esto aparte de los $ 10.032 millones de deuda externa que la república debe pagar en 2017.

Lo que parece es que la dolarización “salarial” es en este momento una solución demasiado costosa y poco viable. Más aún si partimos de la premisa que para un nuevo gobierno – que desde su posición como dirigente de PJ le convendría convencernos de que está pronto a llegar – tener disciplina fiscal y objetivos de tasas no tendría por qué ser una misión imposible.  La inestabilidad de precios es una prueba superada por el mundo hace muchos años, y las reglas fiscales y monetarias necesarias para lograrlo cuentan con un extenso soporte para alcanzar su aplicabilidad en presencia de un gobierno serio ¿Somos los venezolanos incapaces de administrar nuestra propia moneda? ¿Es mejor renunciar a ese derecho? Yo creo que no. Dolarizar para acabar con la inflación es como usar un rifle para matar una mosca.  

Pero hay otro problema con indexación. Los aumentos salariales generan incrementos de precios por una razón muy simple: estás poniendo a una mayor cantidad de bolívares tras la misma cantidad de bienes, por lo que necesariamente los precios deben subir. Al final del día, el aumento no tiene ningún efecto real e incluso puede resultar hasta contraproducente.

Adicionalmente, a través de los costos los salarios afectan la competitividad de las empresas locales, lo que necesariamente debe ser compensado con un aumento del tipo de cambio. Pensemos por un momento en Mcdonalds. Si los salarios de los empleados en Caracas se elevan, para asegurar que el Big Mac siga costando lo mismo que en Nueva York el tipo de cambio debe aumentar para compensar el efecto. Esto ocurre en mayor o menor medida en toda la economía (dependiendo de cuan afilado esté el sable de la SUNDDE) y es un resultado natural del comercio internacional.

En el apéndice al final del texto se puede evidenciar, utilizando un modelo simple, cómo la indexación bajo el marco propuesto por Guanipa aceleraría la escalada de los precios ad infinitum. La razón se encuentra en varios años de protagonismo del “dólar paralelo” como referente en el mercado cambiario, el carácter especulativo inherente a un mercado poco organizado y la alta participación que tienen las importaciones sobre la canasta de consumo final de los venezolanos.

Este caso es un buen ejemplo de como la legislatura, en los últimos años ha apuntado a imponer de jure una forma a los hechos, sin considerar la relación bidireccional entre la economía y la política, como si se tratara de un acto de magia. En la ley está prohibido matar y robar ¿me explico?

La preocupación del diputado Guanipa es comprensible, totalmente válida y común a todos los venezolanos. Sin embargo, las soluciones no pueden provenir del mismo espacio de donde salieron los errores que nos trajeron hasta aquí. Puede que este proyecto tenga como verdadero fin servir como arma política, para intimidar al gobierno con sus mismas estrategias populistas, pero ¿es esa la forma en la que Guanipa va a recuperar el país? Espero que no, y que no le hagan caso.

En la oposición venezolana hay técnicos de altísima calidad y que seguramente pueden hacer congeniar a la economía con las restricciones políticas, pero no soluciones sacadas de un sombrero, sino con alternativas probablemente menos expeditas pero seguramente más duraderas.

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Apéndice

Un modelo básico de inflación de costos con inercia y deslizamiento periódico del tipo de cambio nominal nos dará una noción de los efectos de un esquema de indexación salarial 1:1 a la depreciación del tipo de cambio.

                Sea la inflación en el período “t” dada por la expresión:

P'(t) = a*w'(t) + b*s'(t)  (1)

Donde P'(t) es la inflación del período actual, w'(t) es la tasa de aumento salarial, s'(t) la depreciación del tipo de cambio nominal y a,b son los pesos relativos.

                Por su parte, los sindicatos renegocian cada período el aumento salarial en función a la inflación observada en períodos anteriores, en el caso de la ley propuesta, del trimestre pasado (t-1). Así, la inflación salarial vendrá dada por:

 w'(t) = c*P'(t-i) (2)

Donde “c” es un parámetro que indica el poder de negociación de los sindicatos y está definido c[0,1].

                De otro lado, el tipo de cambio nominal se deprecia a una tasa que depende de la inflación pasada para satisfacer la condición de paridad de poder de compra (ppp), así:

s'(t) = d*P'(t-i) (3)

Donde “d” es un parámetro de ajuste cambiario, constante y definido d[0,1]

                Sustituyendo (2) y (3) en (1) tenemos que:

P'(t) = a*[c*P'(t-i)] + b*[d*P'(t-i)] (4)

                Imponiendo la condición de indexación salarial 1:1 de la ley, d=c, por lo cual podemos reescribir (4) como:

P'(t) = (a+b)c*P'(t-i) (4.1)

                Si tomamos la solución general para una ecuación lineal en diferencia:

Y(t) = A*b^t + c
Donde c = 0, y bt = [(a+b)*c]t y bt >1

A pesar de no contar con estimaciones, la prolongada exposición a un esquema cambiario disfuncional ha podido haber alineado las expectativas de los agentes en torno al efecto de la depreciación del tipo de cambio nominal sobre la inflación, así como el factor especulativo que subyace tras un mercado poco transparente.  Entonces,

bt = (a+b)*c , pero (a+b)>1, entonces, (a+b)*c>1, por lo cual  bt >1

Apoyándonos en la solución general, para bt >1 la variable sigue una trayectoria exponencial creciente.




lunes, 21 de septiembre de 2015

Crónicas de un caraqueño en Maracaibo: El Jardín de los senderos que se cruzan.

 
 
           Eran aproximadamente las 10 y media de la mañana en la avenida 15 “Delicias” de Maracaibo cuando comenzó el periplo. Era un día atípico, el astro rey no estaba derritiéndole los sesos a la gente como de costumbre, al contrario, una enorme manta gris cubría el cielo de la ciudad arrastrando un viento frío, anunciándole la lluvia a las calles amanecidas, cubiertas de polvo y trasnochos.
 
            Bastará con decir que veníamos del paraíso, uno construido por nosotros con bloques de sábanas que untamos con cemento de besos y tejas de esperanza, en medio de unas paredes de sueños donde prendimos una hoguera a pesar del gélido aire acondicionado.
 
            Para un mochilero, pocas resultan tan emocionantes como aventurar con la mujer que se ama por las calles de una ciudad, así, sin tiempo, sin dinero y sin agenda, solo con ganas, sonrisas, las manos tomadas y el morral a cuestas. Así fue como emprendimos el camino de vuelta a casa, sin saber que “la casa” está donde se encuentra el otro.
 
            El transporte público en Maracaibo es tétrico. Sigo sin poder comprender como una ciudad tan grande puede subsistir sin un medio de transporte medianamente eficiente y decente. Pero claro, sin dinero para un taxi tuvimos que comenzar nuestro camino de vuelta en uno de los pesos pesados del malvivir maracucho: un autobús Blue Bird como del año 1905. Un hombre que iba guindado de la puerta trasera del bus me señaló como preguntando si íbamos a abordar, a lo que le grité ¿¡Centro!? y con su señal de afirmación, la miré a los ojos y nuestro acuerdo tácito de miradas nos indicó que subiríamos a bordo.
            El viaje no fue malo en lo absoluto. En apenas 15 minutos ya estábamos frente a Panorama y habíamos gastado menos de lo que cuesta un refresco para aplacar el calor brutal que provocaba el sol, quien ya había vuelto a su estado natural.
            Suelo ser el guía, y a pesar de que nunca abandono mi rol en la toma de decisiones esta vez a batuta le correspondía a ella. Así, siguiendo las zapatillas rosadas fue que caminamos hasta el Gran Bazar buscando efectivo y un lugar donde comer, y aunque no logramos dar con un cajero con dinero si pude conocer una esquina donde venden cambures y a un amigo común ya le han atracado siete veces. Nada especial.
            En nuestro camino a casa debíamos pasar primero por el Jardín Botánico donde nos encontraríamos con una amiga que se estaba quedando con nosotros, por lo que Los Ojos Verdes determinaron que la mejor decisión era irnos en Metro (si, el Metro de Maracaibo) para luego enlazar con un bus (rojo, de los de Chávez) hasta la entrada del jardín.
            Los domingos Maracaibo duerme ¡todo el día! haciendo que las cosas resulten un poco más inciertas, por ello decidimos entrar al Ciudad Chinita para desayunar antes de continuar la travesía. Buscando donde comer encontramos un stand del Colegio de Médicos del Zulia donde sacaban la carta médica que piden para la licencia de conducir. Así fue como en menos de 20 minutos  y 400 Bs después hicimos un trámite que a ella le habían hecho creer que era muy difícil, muy caro y necesariamente corrupto. Punto para la legalidad.
            Después de desayunar sendos pastelitos seguimos nuestro camino hacia el Metro. Yo no sé si fue el calor o la grasa de la comida, pero tomamos un taxi y para recorrer dos cuadras hasta la estación Libertador y yo no dije nada, ni siquiera lo noté. Probablemente estaba muy entretenido mirando hacia El Callejón de los Pobres (un lugar cercano al mercado de Las Pulgas) o la estructura de tres piso del famoso “Centímetro”, a quien finalmente pude conocer.
            No sé por qué la gente se queja tanto de ese servicio. El aire acondicionado es friísimo, lo que ya de por sí es bastante, y no es tan corto como dicen ¡tiene siete estaciones! Al llegar a los Altos de la Vanega nos bajamos para cambiar al Marabus, destino La Concepción, que nos dejaría frente al jardín.
            Mi incomodidad fue proporcional al asombro que me causó el que la parada oficial del bus fuese una mata, pero no cualquier mata ¡la segunda! Porque la primera es para los que van al Cuatro. Por lo que omitiré los próximos 45 minutos.
            Llegamos al jardín botánico y encontramos con nuestra amiga, una alemana que trabajaba como voluntaria, que además es fanática del helado y entusiasta de los árboles. Estar allí fue lo máximo. Fuimos a una especie de castillo con murallas llenas de enredaderas, toboganes y pasamanos. A pesar del cansancio y el calor, nos pusimos a jugar como niños, tomando fotos y tentando a romperse a una red que cuelga sobre el vacío montándonos los tres a la vez.
            Esa es una de las cosas que me encanta de ella. Cuando se lo permite, la sencillez con la que expresa su felicidad, despreocupada de lo que piensan los demás, dejando salir ese brillo inconfundible en sus ojos, y esos pliegos en los cachetes que solo yo sé leer.
            Cuando el calor nos corrió, nos fuimos hasta unas lagunas en compañía de nuestra amiga, donde vimos garzas y vegetación local, hablando de la conservación del ambiente en inglés británico. Así mismo.
            Es verdad que somos aventureros, pero a veces es mejor que tus papás te vengan a buscar en carro full aire acondicionado que estar pariendo por ahí. Llegamos a casa, exhaustos, con una pestilencia solo comparable con nuestro cansancio y felicidad, y con más ganas de dormir que de vivir.
            El día terminó igual de bien. Bastará con decir que ella no paraba de tomarme fotos de la felicidad que le producía el que su padre me hubiese prestado su carro para ir a comprar helados y chucherías. Solo nos restaba rendirnos y mirar películas de jazz, comiendo helado y arriesgándonos a besarnos de cuanto en cuanto, hasta quedarnos dormidos en con los ojos puestos en un gran hotel de Budapest.
            Pocas cosas se comparan a estar juntos. Somos viajeros por naturaleza y aprendizaje, somos distintos y perfectamente complementarios, somos únicos y siempre le ganamos la carrera al tiempo y la distancia.
            Me gusta cómo resolvemos nuestros conflictos, con nuestras taras y nuestras locuras. Me gusta como viajamos juntos, me atrevo a decir que viajaría contigo indefinidamente, por donde sea que haya un camino y estés tú ahí.
 
            Yo nunca había ido a Maracaibo, hasta que la conocí a ella, y ahora me gusta, tanto, que solo pienso en volver.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Condena de Leopoldo: dictadura de hecho y derecho



Nunca ha sido santo de mi devoción, pero la condena a la cual fue sentenciado Leopoldo López es simplemente un exabrupto. No puedo sentir otra cosa más que vergüenza, por la forma tan primitiva y visceral con la que el Estado venezolano toma sus decisiones, recordando muy bien la forma en que se deciden los asuntos en una tribu o en una banda de malandros.

No puede ser una sorpresa para nadie que el resultado del juicio de López haya sido la condena a prisión. Desde el momento en que el dirigente político se entregó a las autoridades, el discurso de El Poder (porque es uno solo) ha sido claro en que se encargaría de llevar a López a la cárcel aplicándole con saña “todo el peso de la ley”; siendo la venganza, la única ley que conocen.

La desaparición de hecho de la independencia de los poderes democráticos y el mandato de la Revolución Bolivariana tienen prácticamente la misma edad, puesto que desde sus inicios como mandatario, el difunto Presidente Chávez se encargó de usar su popularidad para usurpar todo el balance de poder, el cual busca procurar el equilibrio y la justicia, para concentrar todo en un monolítico e indetenible puño rojo que es el que ayer castigó con toda su fuerza (haciéndose pasar por la mano de la justicia) a un adversario político, y no a un criminal.

A mi juicio, desde que inició “La Salida” López actuó de forma deliberada para acabar en prisión. La cárcel sería su mecanismo de mitificación como líder y mártir, catapultándolo a ser el centro de atención política de Venezuela, y por supuesto, convirtiéndolo en el líder indiscutible de la alternativa electoral al chavismo1.

En efecto, las encuestas muestran que su misión fue cumplida. Actualmente, López desplaza a Henrique Capriles como máximo referente de la oposición, y no solo eso, la bajísima popularidad de Nicolás Maduro lo convierten en el líder político más apoyado de todo el país. Sin duda alguna, para cualquier carrera presidencialista, este debe ser un objetivo deseado.

La historia venezolana se ha encargado de consagrar como elegidos a aquellos personajes que se han enfrentado en condición de minusvalía a un tirano. Y es que la épica de la Independencia que se enseña a los niños desde pequeños es exactamente eso: héroes de la Patria fueron aquellos que se enfrentaron al poderoso imperio español en condiciones de inferioridad, para lograr algo tan noble como la independencia, pagando un precio muy alto de forma desinteresada.

Esa receta para mitificarse ha sido utilizada innumerables veces en Venezuela para crear héroes y líderes políticos. La historia se encargó de sustituir el campo de batalla de la Guerra de Independencia, por la cárcel en la lucha por la Democracia; pero el principio sigue siendo el mismo.

Pienso que aún en su consciencia, (y no con esto quiero decir que no haya ninguna no haya ninguna nobleza en sus acciones) Leopoldo López midió mal la situación cuando decidió entregarse al Estado, secuestrado por sus adversarios políticos. Y es que ni siquiera puede hablarse de adversarios, pues la adversidad no implica la ofensa, tendríamos que hablar de sus sicarios políticos, pues estos sin escrúpulo alguno están decididos a usar cualquier medio para mantenerse en el poder, por encima de cualquier cosa.

Lo visto en estos últimos meses de enjuiciamiento de López no es más que otra burla de la cúpula de la Revolución Bolivariana hacia la insepulta democracia venezolana. Moribunda desde hace décadas, y quizás solo viva en las urnas (no de entierro, si no de votación), el método de solución de conflictos que plantea la democracia y la constitución no es más que un freno moral para el gobierno, en sus ansias de controlar absolutamente todo. Y digo que solo un freno moral, pues traspasarlo implicaría para ellos dejar de ser una dictadura de hecho, para volverse una dictadura de derecho.

A pesar de todo, la solución de Venezuela sigue estando en la Democracia; es imposible pensar en una solución democrática que no salga de ella misma. La única forma de recuperar los poderes, es haciendo ejercicio de ellos, de allí la importancia del voto y en consecuencia, de la oportunidad que tienen los venezolanos de fortalecer su sistema 6 de diciembre en con las elecciones parlamentarias.

Cuando la ley se trasgrede y se pisotea, esta pierde valor. Al perder valor, con ella puede hacerse lo que se desee, incluyendo el abuso y la injusticia. Las leyes emanan del pueblo, representado en la Asamblea a través del voto. Venezuela necesita recuperar sus leyes para recuperar la justicia, entonces, a los venezolanos democráticos no les queda más que votar.  


1  Y me refiero a así a la “Oposición” pues considero que esta  no ofrece una alternativa en términos de proyecto político que sea visible a la nación, sino que actúa como medio para “castigar” la mala gestión del chavismo.